Resumen
La cicatrización de las heridas se produce a través de una compleja y delicada
interacción entre el sistema inmunitario, los queratinocitos y las células dérmicas, como las
plaquetas, los fibroblastos y los miofibroblastos. En condiciones normales, el proceso de
cicatrización se divide generalmente en cuatro fases que se superponen en el tiempo. La
desregulación de cualquiera de estas fases puede provocar un retraso en la cicatrización de la
herida y la posibilidad de que se formen úlceras crónicas y/o una cicatrización excesiva, lo que
supone un gran inconveniente. Las heridas crónicas se identifican por poseer una fase inflamatoria
excesiva y sostenida, que se caracteriza por la presencia de citoquinas inflamatorias como el factor
de necrosis tumoral alfa (TNF-¿) y diversas interleucinas. Además, presentan una mayor actividad
de las proteasas, incluidas las metaloproteasas de la matriz (MMP) y la elastasa de los
neutrófilos. El exudado de la herida contiene abundantes componentes celulares que pueden
reflejar los procesos fisiológicos de cada fase de cicatrización (p. ej., fibrina y plaquetas, linfocitos y
macrófagos, proteasas, factores de crecimiento y productos de desecho). Las concentraciones
de dichos elementos en el exudado varían entre individuos y en las diferentes etapas de reparación
de la herida. Los procedimientos de diagnóstico de heridas se basan en la evaluación de dolor
o visualización de condiciones subyacentes. Las guías de práctica clínica recomiendan el
método de medición de la superficie de la herida. Este método requiere varias semanas de
mediciones para determinar si una herida está cicatrizando o no, y por tanto impide una evaluación
rápida del estado de la herida, lo que a su vez retrasa el tratamiento eficaz de la misma.
Aprovechando el microambiente único de cada fase del proceso de cicatrización, en el cual se
encuentran componentes específicos de cada estadio de la reparación de la herida, el objetivo de la
acción preparatoria propuesta es seleccionar biomarcadores en el exudado de la herida, que
permitan de manera predictiva monitorizar el proceso de cicatrización, y a la vez adquirir una mayor
comprensión de los mecanismos moleculares y celulares implicados en cada etapa. Para ello
utilizaremos sistemas con un elevado grado de integración, proporcionando soluciones tipo Pointof-
Care (PoC). De entre los métodos inmunoanalíticos PoC, el inmunoensayo de flujo lateral
(LFIA) ha demostrado ser el más exitoso. Esto se debe principalmente a sus magníficas
propiedades analíticas y a su rapidez de respuesta y bajo precio. A ello hay que añadir su
versatilidad, pudiendo desarrollarse tiras para un solo analitos o para varios, e incluso multianalito
cuando se plantea un formato de micromatriz de sondas. Finalmente, el uso de los marcadores
adecuados, permite incrementar la sensibilidad significativamente (p.e.SERS) utilizando mínimas
cantidades de muestra sin purificar (dos gotas, por ejemplo de suero, sudor, exudado, etc.).