Abstract
La realidad del sector agroalimentario cooperativo español pone de manifiesto que, con una elevada implantación, amplia distribución territorial, e importancia sectorial, social y comercial a nivel nacional, uno de sus principales puntos débiles es la elevada atomización de las empresas, y escaso dimensionamiento de las mismas.
Así, las 3.844 empresas asociativas agrarias existentes en el año 2012, agrupan cerca de un millón de socios productores, y generan una facturación de más de 25.696 millones de euros, dando empleo a cerca de 99.000 trabajadores directos (Garrido, 2013 y Observatorio socioeconómico del cooperativismo agroalimentario español 2013 - Cooperativas agro-alimentarias de España).
A pesar del escaso dimensionamiento, se observa un grupo de cooperativas líderes en tamaño y capacidad comercializadora, que aglutinan parte importante del sector. En este sentido, el top10 de cooperativas factura el 16% del total, el top60 el 32%, y las 254 cooperativas que facturan más de 15 millones de (el 6,66% del total), facturan el 64,1% del total. Podemos destacar estas cooperativas como las principales empresas del sector.
No obstante, si comparamos las principales cooperativas españolas con sus homólogas a nivel europeo, cabe destacar que estas cooperativas líderes tienen asimismo un reducido dimensionamiento, que en un mundo globalizado, las posiciona de manera más débiles frente a sus competidoras. No encontramos ninguna cooperativa en el top25 europeo.
La respuesta para hacer frente al tamaño de las cooperativas ha sido diferente en España que en el centro y norte de Europa. Los grupos cooperativos europeos de mayor tamaño han apostado por un modelo de empresa dual, cooperativo y mercantil a la vez, con un carácter híbrido, y desmutualizado, que ha agilizado los procesos de crecimiento, mientras que en España se ha seguido básicamente un esquema más tradicional, basado en el crecimiento interno, la cooperación, o los procesos de fusión y adquisición de empresas.
En este contexto, la recientemente aprobada Ley de fomento de la integración de cooperativas, con la figura de Entidad Asociativa Prioritaria, y el Real Decreto 550/2014, de 27 de junio, por el que se desarrollan los requisitos y el procedimiento para su reconocimiento, pueden constituir un elemento a tener en cuenta, que sin duda influirá a partir de ahora en los modelos organizativos de los grupos cooperativos. Ante esta realidad, la presente comunicación persigue analizar la realidad del sector agroalimentario español, y las posibilidades que brinda la figura de la Entidad Asociativa Prioritaria de carácter agroalimentario, para la mejora del dimensionamiento de las cooperativas agroalimentarias españolas.