Abstract
La historia de la animación de posguerra en nuestro país, conocida como «la edad dorada», siempre ha resultado fascinante por el contexto en que se desarrolló y por ello objeto de estudio, pero aun así todavía quedan algunos episodios menores por ultimar. El presente trabajo pretende completar una de esas lagunas, la referente a la obra de Pérez Arroyo y su posterior relación con el cine doméstico de juguete y su entorno.
A través de esta investigación profundizaremos en las películas de este animador, apenas conocido, y en su decisiva participación en dos de los ejemplos más populares del cine de juguete nacional; Payá y Jefe. Casos que estuvieron conectados gracias a él y que se mueven entre el cine de papel y los 35mm, entre el salón comedor y la sala de cine, entre Mikito y Quinito.