Resumen
La producción artística desde 1850 hasta nuestros días representa el esplendor de las vanguardias y con ella la multiplicidad de técnicas,
la experimentación y la ausencia de cánones artísticos y estilísticos. Sin embargo,más allá del componente histórico-estético y desde un
punto de vista más tangible y objetivo,ello representa igualmente grandes retos de conservación.
A diferencia del arte tradicional,las obras de los últimos dos siglos se caracterizan por una multiplicidad de materiales muy diferentes entre
sí que conviven e interactúan generando una estructura compleja y dinámica en constante cambio. Dicho de otro modo: la capacidad de
prever, evitar, frenar y/o tratar su deterioro resulta difícil desde la perspectiva de las estrategias de intervención tradicionales.
La revolución industrial de mediados de siglo XIX y más adelante el desarrollo de la industria química a mediados del siglo XX supuso
grandes avances técnicos, incluso en el ámbito de las Bellas Artes. De la producción de obras a partir de materiales naturales preparados
por el propio artista en su taller se pasaría a la pintura al aire libre, la pincelada ágil y la producción rápida de obras, el mercado del arte,
la diversidad de acabados a partir de los diferente soportes y técnicas utilizados y con ello la experimentación de los artistas en busca de
texturas y efectos cromáticos hasta entonces imposibles (e incluso impensables). De forma específica en el ámbito de los materiales, la
producción de pintura industrial y con ella la comercialización de la pintura en tubo, las telas preparadas comercialmente y listas para ser
usadas etc., traería consigo la producción en serie y el abaratamiento de costes mediante el uso de aditivos y pigmentos de calidad
variable que, lo que unido al uso de conservantes, plastificantes y adulterantes presentes en los tubos de pintura para preservar su
fluidez, constituyen el origen de la mayoría de la problemática asociada actualmente a dichas obras. Ello evidencia que los estudios
basado en el control de las condiciones ambientales en las que se encuentran nuestras obras de arte y que hasta ahora eran la llave para
frenar el deterioro y minimizar por tanto el daño no son suficientes.Actualmente hay un interés común y creciente a nivel internacional por
conocer en detalle cómo están construidas y cómo se degradan estas obras y para ello se trabaja paralelamente:
1-A partir de casos de estudio pertenecientes a colecciones privadas y/o institucionales que presenten alteraciones evidentes y
dramáticas que comprometan su integridad y estabilidad a medio plazo.
2-A partir del trabajo de laboratorio, testando y analizando bien muestras originales provenientes de dichos casos de estudio, bien
materiales de referencia en los que monitorizar la degradación simulada en laboratorio (en condiciones controladas y a partir de diferentes
técnicas analíticas) con el fin de conocer qué interacciones químicas se producen en dichas pinturas, qué mecanismos de deterioro se
han originado en su interior en el transcurso de los años, qué patologías se manifiestan en su superficie y qué posibles vías de actuación
pueden ser satisfactorias para su estabilización.Este Proyecto aúna ambas vertientes a partir de un grupo de especialistas multidisciplinar
de diferentes universidades internacionales y en colaboración con el Museo Picasso de Barcelona, que ha accedido a ceder algunas de
sus obras como punto de partida para el desarrollo de esta investigación